volcanes
  Volcanes de Guatemala
 
Sapper (1925) asentó en "Los Volcanes de América Central" la primera compilación sistemática de los focos eruptivos sobresalientes del área centroamericana.  En este inventario no especificó muchos conos volcánicos que conocía, por ser muy pequeños, de manera que no pretendió enumerar todos los focos eruptivos. Más recientemente, Meyer-Abich (1956), Williams (1960), y Williams, McBirney y Dengo (1964) han aportado nuevos datos sobre las regiones volcánicas de Guatemala. Hoy día la situación de la documentación geográfica, a disposición del investigador, es muy distinta. Se han publicado por el Instituto Geográfico Nacional de Guatemala hojas topográficas a escala 1:50 000, que cubren prácticamente toda la región neovolcánica. Además, la misma institución posee fotografías aéreas a distintas escalas, tomadas en la región de interés. En estas condiciones, el autor consideró oportuno realizar un inventario de todos los focos volcánicos cuaternarios conocidos, haciendo uso de la documentación existente, de fotografías aéreas, mapas topográficos modernos y de aislados reconocimientos propios de campo. En esta forma se localizaron los focos eruptivos sobre los mapas topográficos a escala 1: 50 000, se determinaron las coordenadas geográficas con aproximación de cinco segundos y las coordenadas UTM con aproximación de 100 metros, la altura sobre el nivel del mar y la altura relativa del edificio volcánico. Estos datos se asentaron en forma tabular, agregando el nombre del edificio volcánico, ya sea el que se conoce o en el caso que no había sido nombrado, se aplicó la toponimia del lugar cercano como nombre nuevo. Además se anotaron: el tipo de roca volcánica, el tipo del edificio volcánico, su localización en la respectiva hoja topográfica y en el departamento político. Los focos eruptivos se compilaron en el mapa topográfico a escala 1: 250 000 y se numeraron. El mapa adjunto muestra, en forma muy reducida, los focos de toda la república.

El término foco eruptivo se usa en el sentido de un orificio en la corteza terrestre, a través del cual salieron materiales magmáticos a la superficie, ya sea en forma de lava o de piroclásticos. Estas masas eyectadas se acumularon alrededor del orificio como forma topográfica constructiva, frecuentemente llamada edificio volcánico. La forma más común es el cono volcánico, pero cuando se trata de lava viscosa, pueden ocurrir escudos o domos de lava. Los factores clave para clasificar el foco eruptivo son: el origen por fenómenos volcánicos y la forma morfológica constructiva. Un cerro formado por rocas volcánicas antiguas, esculpido por los agentes de erosión, no constituye un edificio volcánico y, por consiguiente, no es clasificado como foco eruptivo. Por otra parte, se incluyeron en este inventario aquellas formas morfológicas destructivas que tienen relación genética con procesos volcánicos, tales como cráteres de explosión, calderas y depresiones de colapso.

Debido a la circunstancia de que numerosos focos eruptivos fueron identificados únicamente por medio de la interpretación de fotografías aéreas, sin que se efectuaran reconocimientos de campo, se considera el presente estudio de carácter preliminar. Por ello, el autor no pretende que el mismo sea completo, sino que sirva como base de discusión y revisión para compilar en alguna oportunidad un catálogo de los focos de Guatemala. El presente trabajo arroja el número quizás sorprendente de 324 focos eruptivos en Guatemala. La mayor parte de estos corresponden a pequeños conos cineríticos y de lava en la parte suroriente de Guatemala.

En orden de abundancia se reparten los focos eruptivos como sigue en los departamentos:

Jutiapa: 181; Santa Rosa: 42; Jalapa: 31; Chiquimula: 27; Guatemala: 13; Quezaltenango: 11; Sololá: 7; Escuintla: 4; San Marcos: 2; Totonicapán: 2; Chimaltenango: 1, Sacatepéquez: 1; El Progreso: 1; Zacapa: 1.

El inventario incluye desde luego los grandes estratovolcanes, conocidos y descritos por muchos investigadores. Sin embargo, cabe mencionar específicamente que en la lista no se incluyeron tres volcanes citados por Sapper (1925), a saber: Lacandón, Zunil y Santo Tomás, que se consideran formas erosivas de rocas volcánicas más antiguas. Incluidos están 11 volcanes clasificados como "activos" en el "Catálogo de los Volcanes Activos del Mundo", (1958, Asociación Vulcanológica Internacional). Tres de éstos: Santiaguito, Fuego y Pacaya, han registrado erupciones en los últimos diez años.

 
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